lunes, 15 de julio de 2013

Deporte y crisis

Madrid 2020 o los anhelos de la excelencia deportiva. No hay semana que no oigamos hablar de comisiones de evaluación o presentaciones de proyecto, pero es verídico y comprobable que las autoridades parecen estar echando el resto para que Madrid siga los pasos de Barcelona 28 años después. ¿Será de esta?

El proyecto de Madrid 2020, más allá de su dudoso -o no tanto- beneficio económico, está tratando de tapar la realidad del deporte español en estos tiempos de crisis acuciante. Se quiere dar una imagen de país viable, atractivo, de gran solera olímpica y deportiva, de un país amigo que ya sabe lo que es organizar eficientemente una gran cita internacional. En definitiva, una cortina de humo tras la que se yergue la sospecha de la financiación fraudulenta por las telarañas del "caso Noos" en años precedentes o el lamentable incidente de la macrofiesta del Madrid Arena (una de las sedes del Madrid olímpico), el colmo de la desorganización y de la irresponsabilidad. Está sirviendo para que autoridades de la capital y de organismos estatales "encarezcan el producto" con esa retahíla de recepciones, viajes y dietas, bajo la compañía siempre estimable de aquellos viejos deportistas metidos a políticos de turno y de beneficio.

España no está para fastos. Porque mientras se quiere dar esa imagen impoluta los cimientos se desmoronan. Mismamente esta semana se ha anunciado el cese de actividad de uno de los gigantes de nuestro balonmano, el Atlético de Madrid. Una liga unicolor espera mientras los humildes deben hacer encaje de bolillos para seguir adelante ante una ASOBAL sedienta de nuevos réditos para tapar su  suma incompetencia. El Atlético es uno más que pasará al olvido, lo mismo que lleva ocurriendo en otros deportes desde hace ya unos cuantos años. Se acabaron los patrocinios, los dineros públicos han quedado muy mermados y una gestión desternillante acabó con el deporte de élite.

Más grave es, si cabe, lo relacionado con los deportes "minoritarios", sobre todo con aquellos que tienen un carácter más individual o de sacrificio. El caso del atletismo es sintomático: menos becas, muchos cargos federativos ventajosos pero pocos resultados y con la sombra del dopaje acechando con fuerza en cada competición. Ya incluso trasciende que las federaciones no tienen un duro para que viajen los deportistas o que hay que reducir el número de preparadores/entrenadores. Pero si te llevas una medalla no te faltará nadie quien quiera hacerse la foto contigo, eso por descontado...

El dinero llama a dinero. Los casos de Alonso o de Nadal no deben servir para negar lo evidente. Estos deportistas, muy buenos en lo suyo, ostentan patrocinios personalizados y un eco mediático que les hace estar en otra realidad. Y el fútbol, por supuesto, es un mundo aparte. Una pirámide donde el F.C. Barcelona y el Real Madrid encarecen el mercado a mansalva. Es una dictadura que se agudiza con los años. Millones y millones de euros a disposición de dos entidades que dan solera pero destruyen, bajo la tácita complicidad de los organismos federativos y de las autoridades políticas, el fútbol profesional y por ende todos esos deportes menores que ya no tienen apenas hueco en periódicos y cadenas de radio o televisión. No trato de culparlos de la crisis que se cierne sobre nuestro deporte, pero su exceso de protagonismo está sirviendo para que la cosa ya no funcione y cada vez contrasten más las luces y las sombras del deporte español.

Este verano parece ser un verdadero baile de ascendidos "sin ascenso", de puja de plazas, de descensos administrativos, etc etc en casi todos los deportes de equipo. La estabilidad económica ya vale más que la competición propiamente dicha. Tantas alegrías y tantos llantos al final de temporada ya prácticamente no sirven para nada, así que convendría recordarlo en tiempos venideros cuando se reparta el bacalao allá por el mes de Mayo.

Los éxitos de la selección de fútbol o la euforia desatada de un Madrid-Barça -o a la inversa- no deben impedirnos ver el bosque, porque esto cada vez se parece más a la burbuja inmobiliaria, a algo que se ha estado incubando durante años y que ahora ha encontrado el caldo de cultivo ideal para saltar por los aires. Los deportes de equipo (el fútbol de manera especial) han vivido por encima de sus posibilidades, con presupuestos irreales, fichas desorbitadas y otras historias para más orgullo de media España. Ahora sólo queda reorganizarse, aunque claro, con eso de que le fútbol es el deporte rey siempre habrá casos para hacer la vista gorda en temas de Hacienda o de Seguridad Social. Y por añadidura, a los políticos españoles les interesa que el club de su ciudad o de su región subsista, como buen canalizador de suculentos votos en este permanente estado electoral en el que vivimos actualmente.

La solución se logrará si sabemos aprender de los errores del pasado pero sin consignas previas. O todos o ninguno, porque si no la imagen de nuestro deporte seguirá estando permanentemente desenfocada. Madrid 2020 es como el AVE, siempre estamos dispuestos a los altos vuelos mientras el suelo está cada vez más lleno de maleza. Nuestro deporte está herido de muerte y pienso que se otorgue a Madrid los Juegos Olímpicos no evita que sea absolutamente necesario modificar el sistema de gestión del deporte de competición, su financiación, su regulación, o esa gran pirámide acabará totalmente derruida por los sueños de grandeza de no pocos iluminados.