sábado, 21 de abril de 2012

Caza al rey

Hola corazonesssss! Hoy sorprendentemente no pienso hablar de rutilantes modelos, toreros y futbolistas, quiero hablar de nuestra Familia Real; y no de Letizia precisamente sino de D. Juan Carlos. ¿Queda claro?

¡En vaya tinglados se está metiendo el buen hombre! Resulta que su yerno (el balonmanista) ha hecho durante años juego sucio a costa de las arcas públicas, un caso escandaloso que salpica también a la infanta y ya veremos a ver en qué lugar deja al propio monarca que cuanto menos sabía de las labores tan oscuras de Iñaqui Urdangarín. Después ha venido el incidente de su nieto, Froilán, que se disparó en un pié en unas prácticas con su padre en un bosque de Soria cuando no tiene la edad reglamentaria para empuñar un arma de ese calibre. Y va el propio cabeza de familia y cual Luis XIV no se le ocurre otra cosa que irse al sur de África (no a los Montes de Toledo, no) a cazar elefantes. ¡Sí, ni mas ni menos que elefantes...! ¡A su edad y con las noticias tan desagradables con las que nos levantamos cada día todos los españoles...! (y con su nieto hospitalizado como añadidura)

¿Se le ha ido la pinza a D. Juan Carlos? El hombre que ha hecho gala de la mesura y la normalidad parece ahora superado por las circunstancias familiares. Igual es que se está rodeando de amistades no muy recomendables, pero en cualquier caso ese hecho es un gran marrón en su trayectoria y ha destapado el debate sobre la regulación de los gastos y actividades de la Casa Real e incluso ha podido prender la mecha de la no idoneidad del sistema monárquico.

Sus disculpas al salir de la clínica me parece que le honran porque son impropias de un cargo político. No recuerdo a ningún político que después de una gestión lamentable haya dado la cara de esa manera, pero claro que tratándose de España eso creo que ya nadie lo espera. Sin embargo, después de esa breve disculpa el paso siguiente tiene que ser proceder a caminar en pro de la regulación de la Casa Real: sus gastos, sus agendas, sus vacaciones (que el rey las tiene, por supuesto), la transparencia en definitiva. Y pienso que eso va a ser fundamental para la supervivencia de la institución porque supondría su acoplamiento a los tiempos que corren.

En un momento en el que es necesario reclamar transparencia y austeridad a los organismos públicos la Casa Real no puede quedar al margen. Otra cosa, pero fundamental también, es definir la fina línea que separa la vida privada de las labores oficiales y hasta donde yo sé no hay ley que se atreva con ello para evitar tanto debate que en nada favorece a la imagen de la familia Borbón.

Y es que con los graves problemas actuales del país, con un sistema político, económico y social en entredicho, se me antoja poco apropiado sacar a relucir el sempiterno (aunque legítimo) dilema monarquía vs república. Hay en una parte de la sociedad una imagen distorsionada de la realidad: por un lado tenemos a los que son más juancarlistas que el propia rey, gente que no hace ningún bien a la imagen que ofrecen el monarca y los príncipes. Y por otra tenemos a los republicanos que no dejan pasar una con tal de meter cizaña con el mismo temita. Porque es curioso comprobar cómo, bien o mal, siempre hay un pero que ponerle a lo que dicen o dejan de decir los reyes y su familia. Vamos, que tanto ni tan calvo... Creo que hay en todo ésto un término medio que es el más apropiado y justo.


Monarquía o república, un tema que siempre quedará pendiente. Pero ni todo lo referente a la Familia Real debe ser permanentemente cuestionado (actitud republicana) ni debe haber una defensa a ultranza de la institución actúe como actúe (actitud de un amplio sector de la derecha). La monarquía no debe estar nunca más allá del bien y del mal, no es intocable, pero sí ha llegado la hora de que si España es una Monarquía parlamentaria se den los pasos necesarios para conseguirlo al cien por cien porque el ciudadano debe saber en cada momento a qué se destinan sus impuestos, que también en eso consiste la Democracia.

Y aprovechando el tema de la famosa cacería acabaré diciendo que la Monarquía no es el elefante más enfermo del zoo patrio, pero necesita una buena dosis de reconstituyentes para no acabar languideciendo en su propia jaula de oro y  lujos. Por supuesto que puede sobrevivir con menos, es cuestión de vida aceptarlo si no quiere terminar devorada por aquellos que confiaron en ella durante los años difíciles de la Transición o por la generaciones presente y futura. La jaula del rey elefante necesita una buena limpieza, necesita hoy más que nunca mostrarse como una institución transparente a todos los españoles. ¿Para cuándo?



lunes, 2 de abril de 2012

Berlín y la síntesis del siglo XX

Mi reciente viaje a Berlín me ha desvelado una ciudad moderna y en rápida transformación. No es una urbe monumental, sino una ciudad que ha sabido sobreponerse a su turbulento pasado para seguir mirando hacia adelante y sin ningún tipo de complejos.

Es, de nuevo, la capital de Alemania desde 1991 y como tal ahora ejerce, pero ha tenido que superar dos sangrientas guerras mundiales y la división de su casco urbano en dos ciudades (literalmente) y en 2 estados a lo largo del s.XX. La huella de ello se ve, pero los berlineses han aprendido a olvidar rencores para ser, ya para siempre, una única ciudad.

Realmente apenas percibí la división económica y urbana que se plasmó en la capital alemana durante 28 años (los años de permanencia del muro). Quizás para ello tuviera que haber ido a los barrios obreros del extrarradio, pero más allá del tranvía y su cableado del Berlín Este uno no adivina con facilidad en qué parte de la ciudad se encuentra. Supongo que equilibrar la balanza económica y social habrá costado lo suyo y que incluso la mentalidad de la gente no habrá cambiado de un día para otro, pero mi desconocimiento absoluto del idioma alemán igual me ha impedido saber más sobre este tema tan interesante. Yo, me dediqué a ver y fotografiar, y todo ello para poder luego contarlo.

Antes de nada hay que decir que Berlín quedó prácticamente destrozado por los bombardeos de la 2ªGM, así que nadie espere ver edificios de la época imperial o anterior; la Puerta de Brandemburgo, con todo su rejuvenecimiento reciente, es a buen seguro lo más viejo que queda. El Reichstag (el Parlamento) es imponente, pero a mí esa cúpula no me convence del todo y ya sabemos todos que a los alemanes eso de la estética les importa un pimiento y si no basta un viaje a Berlín para comprobarlo. El alemán es, ante todo, un ser funcional.

Deslumbra acercarse a la zona de Potsdamer Platz, un área de negocios supermoderno y de altísimos edificios donde hasta hace sólo unos años había un gran socavón herencia de la 2ªGM. Hoy en día recibe todo el lujo que rodea a la Berlinale en el frío mes de Febrero. Muy cerca de allí se haya el núcleo duro del Nazismo: el área de los desaparecidos edificios ministeriales de Hitler y el lugar que ocupó el centro de control de la Gestapo y las SS. Hoy hay en su lugar una muy interesante exposición gratuita sobre el Nacionalsocialismo y  su programa de exterminio; su visita lleva su tiempo y bien merece un detenimiento.

Por esa misma zona pasaba el muro que dividió la ciudad. Un muro que era no sólo físico sino también mental y que hoy podemos ver en algunos pequeños tramos mal conservados o en el suelo por medio de una línea marrón. Estar en Berlín es preguntarse constantemente qué lúcida mente pudo idear tan semejante barbaridad, pero lo que queda claro es que la construcción del muro en Agosto de 1961 es la constatación del complejo de inferioridad de la RDA, aquel estado que quería ser el escaparate a Occidente de las bondades del Comunismo.

Más allá de considerarse una de las ciudades de Europa más recomendables para "ir de museos" (en una misma isla hay unos cuantos de arte antiguo) lo que verdaderamente hace atractiva esta ciudad es el reflejo que la historia reciente ha tenido en su entramado urbano. Hablar de Berlín es hablar de los crímenes del Nazismo y de la Guerra Fría que aquí más que en otro sitio tuvieron su protagonismo. Ya he dicho que todo lo relacionado con el muro es interesante, pero también es verdad que cualquier anécdota relacionada con el régimen dictatorial de Hitler puede poner los pelos de punta, como por ejemplo visitar el lugar donde se encontraba el búnker del führer, hoy sólo un solar de tierra donde aparcan los coches.

La puerta de Brandemburgo es un espacio remozado. Hasta hace 20 años sólo había una explanada, una puerta muy deteriorada y  un muro justo delante. Hoy viste sus mejores galas y allí hay hoteles, embajadas y lujosas tiendas de ropa. Es el monumento representativo de  la reunificación alemana que allá por 1990 sorprendió al mundo.


Casi todo el casco histórico berlinés cayó del lado comunista, con lo que se produjo su abandono. Para deslumbrar al Berlín capitalista las autoridades comunistas levantaron muy cerca del río la torre de la televisión (Fernsehturm), que se puede ver desde cualquier punto de la ciudad. Pero hoy toda esa zona es un hervidero de luz, franquicias, restaurantes y trasiego de gente donde fluye el capitalismo tanto o más que en el lado oeste de la ciudad.

Recomiendo acercarse a Potsdam para buscar tranquilidad y disfrutar de la estampa que ofrecen sus jardines y palacios de la época prusiana. El entorno del palacio de Sanssouci es encantador y el núcleo histórico de Potsdam está muy bien conservado. Es la ciudad de los reyes, el lugar donde descansaba la Corte a la orilla de sus lagos y también el lugar donde se tomó la decisión de desgajar Alemania y Berlín en 4 sectores de ocupación aliada, el origen de lo que después fue la escisión del país en dos.

Pero si hay algo que recomiendo por tener tantísimo significado es visitar el Campo de Concentración de Sachsenhausen. Situado al norte de la capital fue un campo de exterminio modelo en su momento por su planta triangular. De 1936 a 1945 por allí pasaron hasta 200.000 personas  y cuenta con pequeñas exposiciones temáticas que ayudan a comprender la importancia del lugar y el programa de exterminio de los nazis. Destacaría la exposición que hay en uno de los barracones dedicada a la vida cotidiana de los judíos recluídos. También resulta escalofriante visitar el barracón de las celdas de castigo, con sus pequeñas camas y los retratos de los prisioneros que allí fallecieron. Y si uno tiene buen cuerpo nada mejor que adentrarse en la sala de autopsias o el depósito de cadáveres que hay en el subsuelo, un lugar de un frío ciertamente aterrador.

El silencio de Sachsenhausen ayuda a entender lo que supuso el Holocausto y también tiene inversa relación  con la manera de ser del alemán del siglo XXI. Una sociedad moderna que parece haber aprendido de los errores del pasado para convivir y eliminar para siempre aquellos fantasmas que la llevaron a su fragmentación durante casi 50 años.