jueves, 12 de mayo de 2022

El no va más

   Si con intentar salir de la pandemia no teníamos suficiente, la amenaza incesante de los ejércitos de Putin a la estabilidad de Europa socava todo esfuerzo de recuperación económica en lo que queda de año. Las subidas del precio del gas, la luz y el combustible son un hecho que parece difícil de detener en un clima económico de encarecimiento general de la vida que viene a vaciar las ajadas carteras de los españoles.

   Desde luego que la economía difícilmente tiene visos de recuperación a corto plazo, pero es que el clima político tampoco ayuda a insuflar mucho optimismo. Me explico.

   Todos podríamos mencionar un buen puñado de asuntos que -es lo deseable- requeriría el acuerdo y el consenso de aquellos partidos que tradicionalmente se reparten la gobernanza de nuestro país. La educación, la Justicia, la memoria democrática o la reforma de la Constitución son esos nichos en los que no vendría nada mal un principio de acuerdo que no deje al albur de quien gobierna ese tipo de postulados. Me refiero a que quien tome las riendas del país no consiga imponer por una mera suma aritmética de voluntades un nuevo plan educativo, otro más, por poner un ejemplo. Que todo se haga con una visión de permanencia y de futuro a años vista. Pero está comprobado que no hay manera.

   La cosa toma tientes de drama porque España da muestras de retroceso democrático de un tiempo a esta parte. Por un lado, en el ámbito de las mentalidades se está imponiendo cierto pensamiento único, un modo de pensar que excluye a toda esa gente no ya que discute esos postulados que se van implantando como los correctos sino, y lo que es más grave, a todos aquellos que osan matizarlos. Se está eliminando la capacidad de cuestionar; o entras por el aro o eres un bicho raro propenso a etiquetar. O eres de izquierdas (pero muy de izquierdas) o eres de una derecha que además es rancia y (cuasi)franquista. No hay término medio. Se ha instalado el tratarnos como a niños. La política se ha "puerizado" a saltos agigantados de unos años hacia acá.

   En el ámbito de la política dicho retroceso tiene mucho que ver con el señalamiento del rival, lo cual consiste en denunciar las armas que este usa para dar toda la legitimidad posible a nuestro modo de proceder, sea cual fuera este. Y eso es precisamente lo que hace el presidente del Gobierno Pedro Sánchez. Víctima de su narcisismo, con el único fin de gobernar a toda costa ha cometido numerosos errores cuando no directamente algunos atropellos de muy baja categoría moral y democrática (intromisión en la Justicia, modificación injustificada en política exterior, etc...)

   El gobierno compuesto por PSOE y Unidas Podemos casi desde el principio vive inmerso en la ceremonia de la confusión. Cada semana salta una polémica distinta y eso deteriora una institución tan importante como es el poder ejecutivo. El último motivo para el asombro ha sido la expiación a distintos miembros del Gobierno con el programa Pegasus, que viene a añadir la labor muy cuestionada del CNI respecto a varias personalidades del independentismo. El ejecutivo no ha dudado en utilizar los servicios de inteligencia de los que dispone para un interés particular en lo que atañe a sacar a la luz ese tipo de información en provecho propio y justo cuando más le ha interesado.

   Oh casualidad, en este asunto tan espinoso la presidenta del Congreso no ha dudado en intervenir en auxilio del partido que la propuso para ese cargo y de la noche a la mañana cambió los baremos con los que elegir a los miembros de la Comisión de secretos oficiales. Dando cabida con ello a partidos políticos que tienen en su catecismo la desmembración del Estado español. No se ha incluido a Más País o a Coalición Canaria, sino a Bildu y a la CUP, sin ir más lejos. 5 partidos independentistas por 5 de implantación nacional porque había un interés en que así fuera, metiendo al lobo en el corral de las gallinas, haciéndoles partícipes de secretos sumarísimos y esperando pacientemente que jamás suelten prenda como partidos de confianza inquebrantable que ya han demostrado ser (ironía).

   Esta por ver cómo termina la trama de espionaje que atañe al servicio de inteligencia que emana del Gobierno de la nación, pero hasta el momento ya se ha cobrado su primera víctima y puede que haya más ante el hambre insaciable de algunos partidos, precisamente aquellos de los que forman parte los que decían que lo volverían a hacer o animaban a las masas a tomar las calles de Cataluña y a cortar sus autopistas. Casualmente o no, sus mayores cabecillas están ahora en la calle viviendo la buena vida por obra y gracia del presidente de todos los españoles que desoyendo los informes jurídicos que se emitieron decidió indultarlos para salvar la legislatura.

   En un gobierno de aciertos y errores desde luego que no se puede obviar la atracción irrefrenable que tiene Pedro Sánchez por todo lo que suene a centrífugo. Cuando le toca elegir siempre tiene claro cuales son sus socios; la geometría variable la ejerce cuando no tiene más remedio, con un trágala a última hora y sin ser generoso en buenas palabras ni desde luego dialogante con el que considera su rival. Con el independentismo ha tejido una alianza a cualquier precio aunque ello suponga exponerse a su chantaje porque para nuestro presidente mantenerse en el poder es el único fin, aunque haya sapos y culebras que tragar y vendiendo hasta a su colaborador más íntimo si eso fuera lo necesario. ¿Que por qué crece un partido extremista como VOX? Pregunten ustedes a Pedro Sánchez; y pregunten también a las “ministrillas” de Podemos. Pregúntenles por qué ser de izquierdas significa aliarse con el secesionismo y normalizar sin ambages a un partido como Bildu. Cada cual, y esto va también por el Partido Popular, que reflexione sobre la deriva ideológica de España en estos últimos lustros, la radicalización de los discursos y la orfandad en la que han querido dejar a la gente que solo desea prosperar pero se ha encontrado con un muro ideológico que lo tritura todo y evita que una democracia como la española transite sin titubeos, carcomida en cambio por un sistema de partidos que no deja de ser una rémora. La España de los lastras, echeniques, ayusos y rufianes se erige triunfante envuelta en un rifirraje permanente que se retroalimenta.

   Estos politicuchos embobados en mantener o conseguir el poder a toda costa se hallan a años luz de las necesidades de las mayorías. En el caso del PSOE de Pedro Sánchez, aunque no lo ha tenido fácil ha sido incapaz de buscar consensos más allá de su sector ideológico porque casi nunca le ha interesado. Puede que logre acabar la legislatura, pero el 2023 electoral está a la vuelta de la esquina y las urnas podrian hacer que pague por esas calculadas decisiones que han puesto al país al pie de los que pretenden saltarse las leyes y también de aquellos estados que desde fuera buscan provecho en nuestras debilidades como nación.