domingo, 14 de octubre de 2012

Un país con depresión

No me aguanto. Así de simple y así de claro. ¿Alguien puede recordarme el tema más candente en España las últimas fechas (aparte de la crisis)?  Exactamente, creo que has acertado, el secesionismo catalán. Y de esto quiero hablar hoy.

Que los partidos nacionalistas catalanes levanten revuelo con el tema de la independencia no es novedad, sí lo es esta vez quizás por todas las reacciones que está provocando avivadas en parte por la respuesta popular multitudinaria en las calles de Barcelona hace ya algunos días. Hasta el rey decidió salir al paso para decir de manera velada que en tiempos difíciles como los actuales es necesario el entendimiento, la generosidad y el diálogo. E igual tiene razón, no es el mejor momento para plantear un referendum en Cataluña.

No nos engañemos, la propuesta de CiU tiene un trasfondo esencialmente económico en cuanto se produce justo después de solicitar la ayuda económica de papá Estado (español). Los nacionalistas son victimistas por naturaleza y cuando la economía del país hace aguas y apenas se sostiene ¡bomba! ¡Cataluña no necesita de España!¡Cataluña no es España! Así de clarito lo están dejando amparándose en un agravio comparativo secular -o eso dicen ellos- cuando realmente Cataluña tiene la industria y una potente estructura económica igual a costa del empobrecimiento de otras regiones que en su día no tuvieron la misma suerte. 

Pero una cosa es lo que dicen los políticos (el cambio ha venido sobre todo con CiU, partido no secesionista por naturaleza) y otra muy distinta la voz de la calle. Y sí, es vedad que de unos años a esta parte hay un creciente movimiento popular que aboga por una independencia del RESTO de España (que no de España). Pero qué queréis que os diga, que me parece algo legítimo pedirlo, que si algún territorio, el que sea, no quiere seguir viviendo bajo el mismo paraguas pues adelante y un mecanismo legal debería de activarse para por lo menos poder planteárselo a la ciudadanía. No habría que escandalizarse en demasía por ello.

El caso de Cataluña es sintomático del escenario político a nivel nacional. La falta de entendimiento se ha erigido en protagonista del turbio escenario político. Los dimes y diretes de patio de colegio tratan de enmascarar una grave situación de la que casi nadie es un factor ajeno. Los recortes están llevando a mucha gente a una situación límite debido a la degradación del Estado de bienestar del que se parecía disfrutar. Y resulta que para salir de la crisis no tenemos más que un ejecutivo obsesionado en meter la tijera, una oposición desubicada y carente de capacidad de convicción y una ristra de partidos nacionalistas dispuestos a dar un buen bocado, como siempre. La responsabilidad política en cualquier caso brilla por su ausencia.

El PSOE catalán resulta sonrojante desde fuera por su indefinición. Oficialmente no es nacionalista pero en la práctica aborrece también todo lo que huele a España. Su doble lenguaje resulta inaceptable. Pero claro, hay que seguir chupando del bote aunque ellos se sientan muy distintos al resto de socialistas. De IU no se puede esperar nada tampoco, porque nadie nunca abre la boca desde Madrid al respecto, Dios nos libre. Pero la realidad es que los catalanes que también se sienten españoles verdaderamente tienen un gran problema a la hora de elegir a sus gobernantes, de eso no hay duda.

Igual no sea una mala solución un Estado Federal; el Estado autonómico ha resultado ser un escandaloso fracaso y ahora lo estamos pagando entre todos. España es un verdadero reino de taifas sin ley ni orden. Por supuesto que no apoyo un Estado centralista como el de la época de Franco, pero creo que con el cambio algo se ha perdido por el camino porque es inconcebible una España con más velocidades que una bici de carreras.

Me aborrece vivir en una país donde en base no sé a qué un territorio recibe determinadas prebendas, ventajas fiscales y otra serie de favores. O todos o ninguno, ¿queda claro?. Me hierve la sangre también cuando se habla de nacionalidades históricas, término que resulta enormemente confuso y desacertado y que da para otro texto gordo de los míos para una ocasión posterior. La manipulación histórica no sólo la aplicaron los ministros de Franco.

Que sepan en Cataluña que lo que piden, que pudiera resultar legítimo, también lo pueden pedir los castellanos, asturianos, andaluces, aragoneses, etc etc. Pero la manera de pensar del catalán medio me genera dudas en base a un intuído halo de superioridad; ¿igual es que para ellos sí y para los demás no? Y si no, basta ver las sucesivas declaraciones del presidente Mas, dispuesto a cualquier desplante institucional con tal de dar que hablar cada día en todos los medios informativos. Y me perdonaréis si no hago referencia a la intromisión de la política en el deporte, cosa que me enerva todavía más. Pero en definitiva, que hemos llegado a un punto en que no se sabe si vamos o venimos. Somos incapaces de "copiar" lo que funciona en el resto de países del entorno o de llegar a un pacto de Estado en materias de importancia capital porque aquí hasta en lo más mínimo se monta un pollo. ¿Pero no hay nadie que pueda poner un mínimo de cordura en todo este asunto?



domingo, 19 de agosto de 2012

El palacio de las Tullerías: el eslabón perdido

Palacio de las Tullerías (en primer plano) durante el s.XIX

Quien haya tenido la fortuna de estar alguna vez en París sabe que la ciudad del Sena destaca por la majestuosidad que la confiere la visión única que se crea entre el Louvre y el Arco de Triunfo, una línea recta ideal para el paseo en pleno centro de la capital francesa. Pero hace un tiempo esto no era posible: la bella postal se veía entorpecida por el Palacio de las Tullerías, un "curioso" edificio que cerraba el entorno del viejo Louvre.

La idea de construir el palacio de las Tullerías donde había unas fábricas de tejas -de ahí su nombre-, en los confines al oeste de la ciudad, fue de la reina viuda Catalina de Médicis (hacia 1570) que deseaba aposentarse lejos del ruido de la urbe parisina a la que empezaba a detestar. Así que la construcción del palacio la inició el arquitecto Philibert de l`Orme pero acabaría siendo entorpecida en las décadas siguientes por los diversos gobiernos y los vaivenes de las finanzas públicas en plenas guerras de religión.

Con Enrique IV, el primer Borbón, la construcción del edifico cogió un impulso casi definitivo: hablamos del "gran proyecto" o la intención de unirlo al Louvre a través de dos alas (una al norte y otra al sur, paralelas al río). Pero con su asesinato (1610) la idea de convertir el palacio en residencia habitual de los reyes de Francia perdió fuerza pese a que Luis XIV siguió, años después, con la ejecución de las obras por el lado norte. Los Borbones acabaron "huyendo" de París en beneficio de los bosques de Versalles, plácido lugar para el asueto, la caza y el placer lejos -pero no tanto- del bullicio y de las intrigas del pueblo de París. Y con estas las Tullerías no acababan nunca de estar terminadas, aún quedaba bastante para unirlo al Louvre por el lado norte y vaciar de casas todo su entorno.

El palacio en una imagen del s.XVIII
El palacio de las Tullerías parecía ya sólo el lugar de hospedaje de artistas y eminencias de fugaz estancia en París, un importante centro difusor de la cultura europea por su intensa vida musical y teatral, pero la Revolución lo convertirá en protagonista inesperado cuando en octubre de 1789 la plebe enfurecida traiga a la familia real de vuelta a la capital. Por lo tanto, Luis XVI, Maria Antonieta, sus hijos y su séquito de confianza acabaron encerrados en esa cárcel de oro que eran las Tullerías. Tras el fracaso de  su fuga ("noche de Varennes") la vigilancia de los regios prisioneros ya se hizo insoportable y al asaltar el palacio en agosto de 1792 la muchedumbre masacró a la Guardia Suiza y desvalijó cada una de sus estancias mientras la familia real pudo ponerse finalmente a salvo en un lugar cercano. Luis XVI de momento pudo salvar la vida, pero ya no su reinado. Fue depuesto y proclamada la IªRepública, cuyo centro de gobierno quedó instalado en el palacio donde acabará ondeando la bandera tricolor en lo más alto del pabellón central.

Las Tullerías -renombradas momentáneamente como Palacio Nacional- siguieron siendo una pieza codiciada por los sucesivos y breves gobiernos republicanos hasta la subida de Napoleón al poder. De 1804 a 1814 fue la residencia imperial de Napoleón y sus jardines el lugar de meditación del ambicioso general corso. Ordenó el lavado de cara de sus estancias y habitaciones, muy dañadas tras el saqueo de 1792, y continuó las obras para unirlo al Louvre mediante una galería junto a la calla Rívoli. Además, mandó erigir el Arco de Triunfo del Carrusel en la entrada al patio de armas para mayor gloria del nuevo César en que pretendía convertirse a los ojos de toda Europa.
Entrada de Napoleón y María Luisa en los jardines de las Tullerías

En 1815 se produce la definitiva caída del Imperio y el nuevo rey Luis XVIII -hermano del defenestrado Luis XVI- establecerá también allí sus dependencias. En 1830 se produce el destronamiento de la monarquía borbónica con el exilio del muy reaccionario Carlos X (también hermano de los otros dos Luises) y el palacio sufrió pillaje durante  las jornadas revolucionarias del mes de julio. 

Con Luis Felipe I sus jardines se convirtieron en lugar de recreo para la burguesía parisina y el palacio adquiríó su forma casi definitiva, cosa que se produjo sin duda con el sobrino del primer Napoleón, Napoleón III y su esposa la española Eugenia de Montijo durante el Segundo Imperio. Fue lugar de conciertos, bailes, galas y recepciones oficiales de aquel París en expansión, la época dorada del palacio, pero la caída del Imperio conllevó el abrupto final de los días de vino y rosas para las Tullerías: tras la derrota francesa en la guerra contra Prusia, las milicias de la Comuna de París amenazaron en  mayo de 1871 con destruir los edificios más representativos de la ciudad al sentirse acorraladas por el avance de las tropas gubernamentales. Llegaron a las Tullerías y rociaron las paredes con petróleo para prenderlo fuego al llegar la noche porque eran, para ellos, el reflejo del poder. Un estallido que desgarró la atmósfera provocó el hundimento de la cúpula del pabellón central, después ya vino todo lo demás. Tras tres jornadas ardiendo, milagrosamente se pudo evitar que las llamas se propagaran al Louvre y a toda su creciente colección de piezas únicas vestigios del discurrir de la historia. 
Palacio de las Tullerías antes de su demolición

File:215.4 Depuis l'arc du Carrousel.jpg
Arco de Carrusel con el palacio en ruinas justo a su espalda
El lujoso y coqueto palacio de las Tullerías, el sueño de Enrique IV, acababa de ver finalizada su ansiada "unión" con el Louvre, pero en unas pocas horas había quedado enteramente destruído. Sólo era ya visible su armazón mientras sí pudo salvarse gran parte de su mobiliario gracias a la oportuna intervención de los empleados del Museo del Louvre. Durante 11 años sólo se verán ruinas, una carcasa ennegrecida en el centro de la capital, mientras el gobierno republicano debate qué hacer con aquel símbolo del pasado monárquico. Finalmente todo sería arrasado hasta los cimientos pero prometiendo una reconstrucción que nunca ha llegado. Del palacio ya no queda nada, sólo una explanada que enlaza los jardines del palacio con el patio del Carrusel, lugar de paseo (y de paso) para infinidad de turistas que cámara en mano no dejan de asombrarse por ese conjunto de avenidas, estatuas, estanques, flores y arbolado que tienen a sus pies. Sin duda, lo apacible del lugar en nada hace sospechar lo turbulento de su pasado.

Los jardines en una imagen actual (al fondo la plaza de la Concordia)
La importancia del palacio de las Tullerías no radica en lo artístico de su ejecución, que lo era y no poco precisamente; radica en su simbología y en lo definitorio que fue durante los trascendentales días de la Revolución Francesa y el Imperio. Allí se alojaron intelectuales de renombre (Mozart por ejemplo compuso allí su "sinfonía Parisina" antes de la llegada de la Revolución), fue el lugar donde se elaboraron leyes que iban a cambiar el curso de la hª (como el Código Civil o la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano) y fue la diana de admiraciones y rencores por igual durante casi un siglo, tiempo ése en el que siempre parecía estar presente en la sociedad francesa la dicotomía entre monarquía y república como prueban los violentos saqueos populares que sufrió el palacio en 1792, 1830 y 1848. Fue lugar también desde cuyos ventanales podía divisarse a lo lejos la guillotina que llevó a Luis XVI y Robespierre -entre otros- al otro barrio, pero hoy nada en el suelo de esa terraza hace percatarnos de la importancia capital de aquel edificio en el devenir de la Francia moderna. A veces parece como si la Historia impusiera sus propias normas y el final de las Tullerías viene a inmortalizar, por así decirlo, la derrota del sistema monárquico en el país vecino.
Jardines de las Tullerías desde la plaza de la Concordia

Antes de la crisis se estaba planteando la reconstrucción del edifico en su forma original, con fondos privados para albergar un museo y como centro de conferencias. Pero de momento al menos la cosa tendrá que seguir esperando.

Finalmente, quiero rescatar tres artículos muy interesantes que pude leer hace tiempo:

    • http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/2009/01/08/el-espectro-las-tuler-as-hombre-rojo-2 Se expone la leyenda del "hombre rojo" de las Tullerías en base a testimonios e informaciones de diversas épocas; una imagen terrorífica que según se cuenta se aparecía a los moradores de aquel palacio presagiando una desgracia inminente. ¿Tendrá algo que ver con el trágico final del edificio? Según testigos, la gente que se arremolinaba para ver el espectacular incendio pudo observar en un momento determinado en el ventanal de la Sala de los Mariscales la imagen de un espectro cubierto de sangre. ¿Era el final de la leyenda? Pues parece que sí. Un artículo curioso e interesante cuanto menos...

    domingo, 22 de julio de 2012

    Desmadre a la española

    Llevamos un 2012 de aúpa porque no acaba la cadena de malas noticias económicas gracias a una crisis que parece no tener fin o al menos no se vislumbra en el horizonte. De la prosperidad de las últimas décadas hemos acabado cayendo en la más cruda de las desdichas, al borde del rescate (si es que no se está produciendo ya) y con las cuentas del país bajo vigilancia a diario. Lo peor igual está por llegar, con la escalada galopante del paro y unos índices de pobreza y marginalidad que nos dejarán a la cola de Europa. ¿Qué ha pasado?

    No soy analista económico, pero todo indica que la burbuja en la que nos movíamos ha acabado por estallar, que no se sostenía nuestro sistema de subvencionado bienestar. No trato de dejar fuera de toda culpa a la ciudadanía, que igual en algunos casos no hemos sabido, no han sabido, nadar y guardar la ropa, pero todos tenemos el convencimiento de que la clase política no ha estado a la altura de lo que se la pide. 

    El gobierno de turno cada vez es un satélite más de este mundo globalizado y un juguete en manos de una Unión Europea liderada por Alemania que impone sus intereses. Y esto es algo que cada vez resulta más notorio: toda la política de recortes está alentada desde Bruselas (o digamos mejor desde Berlín) y no acabará hasta que la sra. Merkel diga que basta.

    Puedo estar más o menos de acuerdo con alguna de las reformas económicas, pero con el grueso de ellas por supuesto que no. Y no fundamentalmente porque es con el ciudadano de a pie con quien se trata de pagar el pato de todos los derroches anteriores. ¿Donde está todo el dinero que se ha blanqueado? ¿Cuando van a devolver el dinero malgastado quienes lo han consentido? Resulta que ahora ya no hay dinero ni pa pipas, ¡pues qué injusto!

    Quiero ver en la cárcel a todos esos alcaldes, concejales y consejeros corruptos que se han llenado los bolsillos a nuestra costa, pero eso sí, devolviendo hasta el último céntimo. También quiero que quienes llevaron a los bancos y cajas a la ruina se sienten delante de los ciudadanos y asuman el daño que han producido con su gestión, una crisis donde el poder político -aliado del poder económico- ha tenido mucho que decir.

    Escuchar la cantidad ingente de dinero tirado a la basura -lo del Levante español es de juzgado de guardia- en aeropuertos sin aviones, AVEs, autovías fantasma, edificios inservibles y patrocinios de relumbrón te puede poner de tan mala hostia como pensar que todo eso está quedando a la sombra de la política de recortes. ¿Donde está Fiscalía Anticorrupción?, ¿cuando van a hablar los partidos políticos de tales desmadres sin echar la culpa a la oposición? O mejor dicho, ¿dónde queda la responsabilidad penal?

    El Estado de las Autonomías está siendo un fracaso. Resulta inconcebible que debamos pagar entre todos las deudas contraídas por las Comunidades Autónomas. Pero más lo es aún pensar que ya no todos tenemos tan a mano comprar medicinas porque no hay dinero, que ese dinero se ha ido en fastos y faranduleo. También es horroroso pensar que entre todos vamos a tener que arreglar el agujero económico provocado por los bancos y las cajas participadas por los partidos políticos, si es que ni uno solo (hablo de los partidos) puede mirar para otro lado...

    Dudo mucho que los tijeretazos de Rajoy sirvan para algo bueno. Donde dijo digo dice Diego y se queda tan ancho, las promesas electorales ya hace mucho que se las lleva el viento... Pero todo suena a escusa, a precipitación. Y ojo que soy de los que piensa que el gobierno de Zapatero actuó mal y tarde (aunque la burbuja inmobiliaria se empezó con Aznar), pero las medidas restrictivas de Rajoy no nos llevan a ningún lado si no se potencian también políticas de consumo y estimulación económica. Al paso que vamos en unos meses no habrá quien salga de casa porque habrá más impuestos que mosquitos, al tiempo.

    Pero insisto, es muy fácil echar la culpa de todos los males al gobierno anterior cuando en la España del siglo XXI las CC.AA (la mayoría gobernadas por el PP) han adquirido enormes competencias que han sabido modular a su antojo. Tampoco se debe mirar para otro lado, algo a lo que los políticos españoles ya nos tienen más que acostumbrados, pero de todo lo que se ha estado consintiendo nuestros gobernantes no quieren oir hablar porque hay más cómplices que ladrones. Es más sencillo escurrir el bulto y hacer cargar el peso de la crisis sobre los ciudadanos, pero a los diputados, senadores y jerifaltes inmunidad absoluta. Lo importante es salvar a los bancos (por intereses ocultos y no tan ocultos), los mismos que inflaron el clima especulativo a costa de todos los ahorradores.

    Cuando vi a todos los diputados del PP aplaudir las duras medidas de Rajoy me pregunté si ser español había sido un error, porque hay que tener narices para ponerse a dar saltos de alegría de esa manera... Pero no, mola ser español porque en fútbol ya somos campeones de todo, porque parecemos hechos de otra pasta y porque a juerga no nos gana ni el tato. Es verdad, cada día que pasa nos hierve el orgullo nacional, igual un día explotamos y todo. Cuidado.

    sábado, 21 de abril de 2012

    Caza al rey

    Hola corazonesssss! Hoy sorprendentemente no pienso hablar de rutilantes modelos, toreros y futbolistas, quiero hablar de nuestra Familia Real; y no de Letizia precisamente sino de D. Juan Carlos. ¿Queda claro?

    ¡En vaya tinglados se está metiendo el buen hombre! Resulta que su yerno (el balonmanista) ha hecho durante años juego sucio a costa de las arcas públicas, un caso escandaloso que salpica también a la infanta y ya veremos a ver en qué lugar deja al propio monarca que cuanto menos sabía de las labores tan oscuras de Iñaqui Urdangarín. Después ha venido el incidente de su nieto, Froilán, que se disparó en un pié en unas prácticas con su padre en un bosque de Soria cuando no tiene la edad reglamentaria para empuñar un arma de ese calibre. Y va el propio cabeza de familia y cual Luis XIV no se le ocurre otra cosa que irse al sur de África (no a los Montes de Toledo, no) a cazar elefantes. ¡Sí, ni mas ni menos que elefantes...! ¡A su edad y con las noticias tan desagradables con las que nos levantamos cada día todos los españoles...! (y con su nieto hospitalizado como añadidura)

    ¿Se le ha ido la pinza a D. Juan Carlos? El hombre que ha hecho gala de la mesura y la normalidad parece ahora superado por las circunstancias familiares. Igual es que se está rodeando de amistades no muy recomendables, pero en cualquier caso ese hecho es un gran marrón en su trayectoria y ha destapado el debate sobre la regulación de los gastos y actividades de la Casa Real e incluso ha podido prender la mecha de la no idoneidad del sistema monárquico.

    Sus disculpas al salir de la clínica me parece que le honran porque son impropias de un cargo político. No recuerdo a ningún político que después de una gestión lamentable haya dado la cara de esa manera, pero claro que tratándose de España eso creo que ya nadie lo espera. Sin embargo, después de esa breve disculpa el paso siguiente tiene que ser proceder a caminar en pro de la regulación de la Casa Real: sus gastos, sus agendas, sus vacaciones (que el rey las tiene, por supuesto), la transparencia en definitiva. Y pienso que eso va a ser fundamental para la supervivencia de la institución porque supondría su acoplamiento a los tiempos que corren.

    En un momento en el que es necesario reclamar transparencia y austeridad a los organismos públicos la Casa Real no puede quedar al margen. Otra cosa, pero fundamental también, es definir la fina línea que separa la vida privada de las labores oficiales y hasta donde yo sé no hay ley que se atreva con ello para evitar tanto debate que en nada favorece a la imagen de la familia Borbón.

    Y es que con los graves problemas actuales del país, con un sistema político, económico y social en entredicho, se me antoja poco apropiado sacar a relucir el sempiterno (aunque legítimo) dilema monarquía vs república. Hay en una parte de la sociedad una imagen distorsionada de la realidad: por un lado tenemos a los que son más juancarlistas que el propia rey, gente que no hace ningún bien a la imagen que ofrecen el monarca y los príncipes. Y por otra tenemos a los republicanos que no dejan pasar una con tal de meter cizaña con el mismo temita. Porque es curioso comprobar cómo, bien o mal, siempre hay un pero que ponerle a lo que dicen o dejan de decir los reyes y su familia. Vamos, que tanto ni tan calvo... Creo que hay en todo ésto un término medio que es el más apropiado y justo.


    Monarquía o república, un tema que siempre quedará pendiente. Pero ni todo lo referente a la Familia Real debe ser permanentemente cuestionado (actitud republicana) ni debe haber una defensa a ultranza de la institución actúe como actúe (actitud de un amplio sector de la derecha). La monarquía no debe estar nunca más allá del bien y del mal, no es intocable, pero sí ha llegado la hora de que si España es una Monarquía parlamentaria se den los pasos necesarios para conseguirlo al cien por cien porque el ciudadano debe saber en cada momento a qué se destinan sus impuestos, que también en eso consiste la Democracia.

    Y aprovechando el tema de la famosa cacería acabaré diciendo que la Monarquía no es el elefante más enfermo del zoo patrio, pero necesita una buena dosis de reconstituyentes para no acabar languideciendo en su propia jaula de oro y  lujos. Por supuesto que puede sobrevivir con menos, es cuestión de vida aceptarlo si no quiere terminar devorada por aquellos que confiaron en ella durante los años difíciles de la Transición o por la generaciones presente y futura. La jaula del rey elefante necesita una buena limpieza, necesita hoy más que nunca mostrarse como una institución transparente a todos los españoles. ¿Para cuándo?



    lunes, 2 de abril de 2012

    Berlín y la síntesis del siglo XX

    Mi reciente viaje a Berlín me ha desvelado una ciudad moderna y en rápida transformación. No es una urbe monumental, sino una ciudad que ha sabido sobreponerse a su turbulento pasado para seguir mirando hacia adelante y sin ningún tipo de complejos.

    Es, de nuevo, la capital de Alemania desde 1991 y como tal ahora ejerce, pero ha tenido que superar dos sangrientas guerras mundiales y la división de su casco urbano en dos ciudades (literalmente) y en 2 estados a lo largo del s.XX. La huella de ello se ve, pero los berlineses han aprendido a olvidar rencores para ser, ya para siempre, una única ciudad.

    Realmente apenas percibí la división económica y urbana que se plasmó en la capital alemana durante 28 años (los años de permanencia del muro). Quizás para ello tuviera que haber ido a los barrios obreros del extrarradio, pero más allá del tranvía y su cableado del Berlín Este uno no adivina con facilidad en qué parte de la ciudad se encuentra. Supongo que equilibrar la balanza económica y social habrá costado lo suyo y que incluso la mentalidad de la gente no habrá cambiado de un día para otro, pero mi desconocimiento absoluto del idioma alemán igual me ha impedido saber más sobre este tema tan interesante. Yo, me dediqué a ver y fotografiar, y todo ello para poder luego contarlo.

    Antes de nada hay que decir que Berlín quedó prácticamente destrozado por los bombardeos de la 2ªGM, así que nadie espere ver edificios de la época imperial o anterior; la Puerta de Brandemburgo, con todo su rejuvenecimiento reciente, es a buen seguro lo más viejo que queda. El Reichstag (el Parlamento) es imponente, pero a mí esa cúpula no me convence del todo y ya sabemos todos que a los alemanes eso de la estética les importa un pimiento y si no basta un viaje a Berlín para comprobarlo. El alemán es, ante todo, un ser funcional.

    Deslumbra acercarse a la zona de Potsdamer Platz, un área de negocios supermoderno y de altísimos edificios donde hasta hace sólo unos años había un gran socavón herencia de la 2ªGM. Hoy en día recibe todo el lujo que rodea a la Berlinale en el frío mes de Febrero. Muy cerca de allí se haya el núcleo duro del Nazismo: el área de los desaparecidos edificios ministeriales de Hitler y el lugar que ocupó el centro de control de la Gestapo y las SS. Hoy hay en su lugar una muy interesante exposición gratuita sobre el Nacionalsocialismo y  su programa de exterminio; su visita lleva su tiempo y bien merece un detenimiento.

    Por esa misma zona pasaba el muro que dividió la ciudad. Un muro que era no sólo físico sino también mental y que hoy podemos ver en algunos pequeños tramos mal conservados o en el suelo por medio de una línea marrón. Estar en Berlín es preguntarse constantemente qué lúcida mente pudo idear tan semejante barbaridad, pero lo que queda claro es que la construcción del muro en Agosto de 1961 es la constatación del complejo de inferioridad de la RDA, aquel estado que quería ser el escaparate a Occidente de las bondades del Comunismo.

    Más allá de considerarse una de las ciudades de Europa más recomendables para "ir de museos" (en una misma isla hay unos cuantos de arte antiguo) lo que verdaderamente hace atractiva esta ciudad es el reflejo que la historia reciente ha tenido en su entramado urbano. Hablar de Berlín es hablar de los crímenes del Nazismo y de la Guerra Fría que aquí más que en otro sitio tuvieron su protagonismo. Ya he dicho que todo lo relacionado con el muro es interesante, pero también es verdad que cualquier anécdota relacionada con el régimen dictatorial de Hitler puede poner los pelos de punta, como por ejemplo visitar el lugar donde se encontraba el búnker del führer, hoy sólo un solar de tierra donde aparcan los coches.

    La puerta de Brandemburgo es un espacio remozado. Hasta hace 20 años sólo había una explanada, una puerta muy deteriorada y  un muro justo delante. Hoy viste sus mejores galas y allí hay hoteles, embajadas y lujosas tiendas de ropa. Es el monumento representativo de  la reunificación alemana que allá por 1990 sorprendió al mundo.


    Casi todo el casco histórico berlinés cayó del lado comunista, con lo que se produjo su abandono. Para deslumbrar al Berlín capitalista las autoridades comunistas levantaron muy cerca del río la torre de la televisión (Fernsehturm), que se puede ver desde cualquier punto de la ciudad. Pero hoy toda esa zona es un hervidero de luz, franquicias, restaurantes y trasiego de gente donde fluye el capitalismo tanto o más que en el lado oeste de la ciudad.

    Recomiendo acercarse a Potsdam para buscar tranquilidad y disfrutar de la estampa que ofrecen sus jardines y palacios de la época prusiana. El entorno del palacio de Sanssouci es encantador y el núcleo histórico de Potsdam está muy bien conservado. Es la ciudad de los reyes, el lugar donde descansaba la Corte a la orilla de sus lagos y también el lugar donde se tomó la decisión de desgajar Alemania y Berlín en 4 sectores de ocupación aliada, el origen de lo que después fue la escisión del país en dos.

    Pero si hay algo que recomiendo por tener tantísimo significado es visitar el Campo de Concentración de Sachsenhausen. Situado al norte de la capital fue un campo de exterminio modelo en su momento por su planta triangular. De 1936 a 1945 por allí pasaron hasta 200.000 personas  y cuenta con pequeñas exposiciones temáticas que ayudan a comprender la importancia del lugar y el programa de exterminio de los nazis. Destacaría la exposición que hay en uno de los barracones dedicada a la vida cotidiana de los judíos recluídos. También resulta escalofriante visitar el barracón de las celdas de castigo, con sus pequeñas camas y los retratos de los prisioneros que allí fallecieron. Y si uno tiene buen cuerpo nada mejor que adentrarse en la sala de autopsias o el depósito de cadáveres que hay en el subsuelo, un lugar de un frío ciertamente aterrador.

    El silencio de Sachsenhausen ayuda a entender lo que supuso el Holocausto y también tiene inversa relación  con la manera de ser del alemán del siglo XXI. Una sociedad moderna que parece haber aprendido de los errores del pasado para convivir y eliminar para siempre aquellos fantasmas que la llevaron a su fragmentación durante casi 50 años.



    sábado, 25 de febrero de 2012

    Los Oscar 2012: predicciones

    imageYa no recuerdo la última vez que me puse a escribir en este blog, así que querido ordenador, espero tenga a bien saber disculpar mi vagancia y sobre todo mi falta de ideas que exponer. Mil perdones, eh.

    Bien, se acerca una nueva ceremonia de entrega de los Oscar. Esa frívola varita de medir la excelencia del cine anglosajón y que año tras año parece no acabar de dar en la diana de los gustos de la crítica y, sobre todo, del público. Y, ¿por qué? Pues porque las películas que suelen acaparar las nominaciones generalmente no tienen una gran repercusión en taquilla, como pasó con películas ganadoras recientes como Crash o En tierra hostil. Es más, sin miedo a equivocarme diría que las películas que acaban siendo postuladas llegan hasta la alfombra roja gracias a una estudiadísima campaña de marketing, quedando frecuentemente en la cuneta películas muy alabadas y productos que acabarán quedando en la memoria del espectador.

    De unos años a esta parte la Academia se ha puesto transgresora (como el año en que ganó No es país para viejos -cinta para mí de infausto recuerdo-) o bien ha intentado premiar productos algo bizarros (como Slumdog millionaire), aunque para sorpresa de muchos el año pasado premió la emotividad de El discurso del rey, algo que era más habitual en otros tiempos.

    Este año parece que se ha puesto a pensar en blanco y negro y, sin decir ni mu, The artist se va a llevar los mayores parabienes. Es una cinta que parece haber tocado el corazón de Hollywood, así que los Spielberg, Payne o Scorsese deberán esperar a una mejor ocasión. Pero que tampoco se quejen mucho porque nombres como los de Stephen Daldry, Charlize Theron, Tilda Swinton, Ryan Gosling, Michael Fassbender, Diablo Cody o el de casi siempre, Leo DiCaprio, ni siquiera van a sentir de cerca el calor de los focos el día de la gran gala porque no han sido finalmente nominados.

    A continuación pongo mis predicciones, osease, lo que creo que ocurrirá. Lo de mis gustos no tiene efectivamente nada que ver, ¿queda claro?

    MEJOR PELÍCULA
    - Caballo de batalla.
    - The artist.                      OSCAR
    - Moneyball: rompiendo las reglas.
    - Los descendientes.
    - El árbol de la vida.
    - Midnight in Paris.
    - Criadas y señoras.
    - La invención de Hugo.
    - Tan fuerte, tan cerca.
    Crítica de The Artist
       *Favortitísima la película francesa, así que los laureles para el cine "indie" de Alexander Payne deberán esperar ante el empuje de la muy galardonada y promocionada cinta en blanco y negro. Por cierto que la presencia final de El árbol de la vida bien podría considerarse una broma de muy mal gusto, pero bueno...






    MEJOR DIRECTOR
    - Michel Hazanavicius (The artist)                 OSCAR
    - Alexander Payne (Los descendientes)
    - Martin Scorsese (La invención de Hugo)
    - Woody Allen (Midnight in Paris)
    - Terrence Malick (El árbol de la vida)
        *El oscar de Scorsese queda demasiado reciente y a Woody Allen ya no le van a otorgar más, así que la cosa estaría entre los dos primeros. A falta de que el cine de Payne logre su consagración definitiva coge mucha más fuerza la idea de galardonar a un director desconocido (y extranjero).

    MEJOR ACTOR
    - George Clooney (Los descendientes)
    - Damien Bichir (A better life)
    - Jean Dujardin (The artist)                    OSCAR
    - Gary Oldman (El topo)
    - Brad Pitt (Moneyball: rompiendo las reglas)
        *Como en el caso de arriba Clooney ya tiene su oscar y Brad Pitt no parece hacer la interpretación de su carrera, así que premiar al protagonista de The artist parece claro, fundamentalmente tras la mastodóntica promoción de su distribuidora en las últimas semanas. Ser desconocido ya no veo que sea un problema.

    MEJOR ACTRIZ
    - Glenn Close (Albert Nobbs)
    - Viola Davis (Criadas y señoras)                OSCAR
    - Meryl Streep (La dama de hierro)
    - Rooney Mara (Millennium: los hombre que no amaban a las mujeres)
    - Michelle Williams (Mi semana con Marilyn)
        *La Streep va a la caza de su tercer Oscar y, aunque he oído/leído que es la clara favorita, si lo consigue otra no le habrá arrebatado la estatuílla (como mal se dice) porque que yo sepa no es de ella ni la tiene en su casa. Ojito con Viola Davis y Michelle Williams; Glenn Close deberá seguir esperando. ¿Valdrá de algo bordarlo en una mala película? ¿Seguirá poniendo (la Streep) cara de sorprendida si al final lo recibe? Veremos...

    MEJOR ACTOR SECUNDARIO
    - Kenneth Branagh (Mi semana con Marilyn)
    - Jonah Hill (Moneyball: rompiendo las reglas)
    - Nick Nolte (Warrior)
    - Christopher Plummer (Beginners)                  OSCAR
    - Max von Sydow (Tan fuerte, tan cerca)
        *Duelo de muy veteranos entre Plummer y Von Sydow. A favor del primero su muy reciente nominación al Oscar y que ha estado recogiendo premios desde el otoño sin parar.

    MEJOR ACTRIZ SECUNDARIA
    - Bérénice Bejo (The artist)
    - Jessica Chastain (Criadas y señoras)
    - Melissa McCarthy (La boda de mi mejor amiga)
    - Janet Mc Teer (Albert Nobbs)
    - Octavia Spencer (Criadas y señoras)                 OSCAR
        *La categoría habitual de los despropósitos y en este caso con 5 actrices prácticamente desconocidas. Es asombrosa la facilidad de Criadas y señoras para sacar grandes interpretaciones como churros, ¡caray! Así que la ganadora igual acaba montando el numerito al recoger el premio y ya veremos si acaba pasando a la cada vez más abultada nómina de premiadas y desaparecidas en combate -a lo Jenniffer Hudson o Mo'nique-. ¿A la Academia no se le podría pedir una pizca de altura de miras?

    MEJOR GUIÓN ORIGINAL
    - Margin Call (J.C.Chandor)
    - Midnight in Paris (W.Allen)
    - Nader y Simin: una separación (A.Farhadi)
    - The artist (M.Hazanavicius)                   OSCAR
    - La boda de mi mejor amiga (A.Mumol & KWiig)
        *La pregunta es si Woody Allen ganará otro oscar más después de tantos años. Si los académicos no lo creen conveniente The artist sumará otro premio a su particular colección de estatuillas doradas.

    MEJOR GUIÓN ADAPTADO
    - Los descendientes (A.Payne, N.Faxon & J.Rash)         OSCAR
    - La invención de Hugo (J.Logan)
    - Los idus de marzo (G.Clooney, G.Heslov & B.Willimon)
    - Moneyball: rompiendo las reglas (S.Zaillian, A.Sorkin & S.Chervin)
    - El topo (B.O'Connor & P.Straughan)
        *Los descendientes parece llegar como favorita y, de no ganarlo, probablemente se vaya de vacío. No debería haber sorpresa.

    MEJOR BANDA SONORA
    - Caballo de batalla (J.Williams)
    - El topo (A.Iglesias)
    - The artist (L.Bource)               OSCAR
    - La invención de Hugo (H.Shore)
    - Tintín: el misterio del Unicornio (J.Williams)
        *John Williams firma doblete y a buen seguro una de sus últimas oportunidades para volver a ganar. Dos trabajos muy distintos que dividirán a sus votantes, con lo que el efecto arrastre de The artist se dejará sentir de nuevo. A los académicos les encanta premiar a los nuevos "talentos", casi siempre dejando de lado a los mejores trabajos del año, y esta vez no será una excepción. El muy sobrevalorado (aquí y allá) Alberto Iglesias se irá de vacío de nuevo.