jueves, 14 de abril de 2011

Sentirse en casa

Hace unos días la vieja estación de trenes de Gijón echó el cierre para siempre. Dicen que van a derribarla para hacer pisos, así que han construído un nuevo edificio donde confluyen también los trenes de FEVE y de RENFE. Mucha gente parece quejarse de lo lejos que pilla ésta del centro y de que para casi cualquier cosa ya debes estar cogiendo un autobús, y cierto es que no les falta razón...

La vieja estación gijonesa era casi un emblema, un arco a través del cual se te abría el centro de la ciudad, con su bullicio y todo su tráfico. Llegar a Gijón a través de las vías del tren (o de la autopista, que casi parecía que se las iba a tragar) tenía un cierto halo de nostalgia. Te dabas cuenta sin dudarlo de que estabas entrando en una ciudad industrial y con una gran tradición ferroviaria, una ciudad algo consternada por un pasado que hace un par de décadas parecía mejor pero que en los últimos tiempos se ha visto obligada a transformarse.

Esa estación es una de las cosas que antes aprendí de Gijón, un punto de referencia. Por aquel Septiembre de 1999 me llamó poderosamente la atención esos trenecitos casi turísticos que por entonces tenían compartimentos. Tanto ruido y vayvén parecía que en cualquier momento podía acabar en un descarrilamiento no deseado y ese paisaje tan degradadamente industrial para viajar a Candás me resultaba muy llamativo.

Así que sobre todo desde el 2005, comencé a frecuentar esa estación y a subirme en ese tren aunque ya a penas fuera compartimentado. Entonces la cercana calle Corrida, la más representativa de la ciudad, se me abrió de par en par, así como la zona de la playa de San Lorenzo con su iglesia de San Pedro ahí pegadita, los recodos de Cimadevilla con su Elogio que todo lo ve, el paseo de Begoña que guarda cierto aire burgués y el puerto deportivo con sus numerosos mastiles y sus lujosísimas barquitas. El paseo siempre lleva a sentarse a tomar un buen café aunque tratándose de Gijón en terraza sabe mejor y la sidra también, por supuesto.

Gijón en compañía se disfruta muchísimo más, hay cientos de cosas por hacer y descubrir en una ciudad que invita al paseo y a contemplar cómo se pierde el mar en el horizonte o cómo se esconde el sol tras la silueta de las instalaciones de la vieja ENSIDESA. No hace tanto que es un lugar familiar para mí, pero por contra parece que lo conozco desde hace muchísimo tiempo. Una ciudad que son varias ciudades a la vez y que oxigena mi mente cuando la piso con su chute de recuerdos que no parecen dispuestos a abandonarme. Vivir durante 1 año en la capi de la Costa Verde es muy poco tiempo, lo sé, pero el caso es saber disfrutrarla y que te deje huella. Y muy pocas ciudades alcanzan a conseguirlo de esa manera.

1 comentario:

  1. No entiendo la manía que tenemos de alejar las estaciones del centro de las ciudades. El transporte público es fundamental y debemos hacerlo cercano a los ciudadanos.

    La nueva zona será espectacular, pero la antigua es mucho más práctica y se podía haber adaptado.

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