martes, 12 de octubre de 2021

Instrumentalizar la Historia


Ocurre siempre cuando se acerca la fecha del 12 de octubre. Pero ya no solo. En los últimos años se suceden los titulares que resumen lo que personajes conocidos -políticos, cineastas, intelectuales...- han dicho en entrevistas o en sus redes sociales acerca del Descubrimiento y Conquista de América por parte de la Corona española. Opiniones referentes a acontecimientos complejos que, valga recordar, tuvieron lugar hace ya 500 años y por lo tanto bastante alejados del momento actual.

Desde luego que muchas de esas argumentaciones son vertidas con una simpleza pasmosa y sin ningún rigor. Se prescinde de toda capacidad de análisis, del matiz, y no hay ánimo de encontrar los muchos grises que inundan aquellos hechos que marcaron el devenir de España, para bien o para mal, en los siglos posteriores. 

De un lado, muchas de esas aseveraciones remarcan lo nefasto que fue la intervención española en el continente recién descubierto, sobre todo si se pone el foco en la repercusión que supuso para los pueblos indígenas, que perdieron su identidad y su porvenir en una tierra que no distaba mucho de ser el Edén. ¡Malditos españoles! Desde la Península Ibérica solo llegó gente ávida de sangre y con el único fin de apropiarse de las ingentes riquezas que atesoraban territorios tan prósperos; y, ya de paso, aprovecharon para sustituir su rosario de pequeñas creencias por la omnipresente religión cristiana, imponiendo los valores y la lengua de Castilla desde California hasta la Pampa y desde las Antillas hasta el sur del Pacífico. 

Censurar sin ambages e incluso exigir perdón es una moda que se va imponiendo a ambos lados del Atlántico y cuya representación más visible es la demolición de las estatuas de los protagonistas de aquellas gestas. Así de simple, sin miramientos y sin dar pie al debate con quienes más entienden. La Leyenda Negra no necesita de adeptos en nuestro país.

A esas opiniones, algunas de ellas salidas de la lengua -o de los dedos- de altos representantes que pagamos todos, se oponen las de quienes solo ven parabienes en la llegada de los españoles a Nuevo Mundo. Una hazaña henchida de heroísmo y justicia a la que no caben reparos, vista como una nueva cruzada ante la necesidad que tenían los indios de liberarse de la barbarie y encontrar la luz. Un discurso trasnochado que ha vuelvo a reavivarse y del que ya hace mucho tiempo se desmarcó nuestra historiografía nacional.

Con cierta perplejidad compruebo cómo de manera general desde los partidos políticos se quiere meter mano en la Historia; o más bien, en la interpretación de los sucesos del pasado. Unos para justificarse; otros, para que nos avergoncemos. Cada cual utiliza esa ciencia cómo y cuando le interesa, tratando con ello de alimentar el relato que más le conviene y para sus propios fines. Total, jamás estuvo de más reescribir nuestro pasado.

Lo más molesto de todo es la confusión y el error tremendo que supone valorar acontecimientos tan lejanos en el tiempo (podría también hacerlo extensible a hechos de los siglos siguientes) con los ojos del siglos XXI. La moral, la mentalidad, el conocimiento, los valores educativos o familiares, etc, no eran los mismos que los que imperan en estos tiempos de Twitter e Instagram. Podemos considerar a aquellas gentes unos bárbaros y tildarlos de todos los "ismos" que queramos, pero si caemos en ese error infantil pensemos en lo que dirían de nuestra sociedad de valores perfectos los españoles de quinientos años después (si acaso queda algo de este país para entonces, claro). 

Ya va siendo hora de que hablen y sobre todo se les escuche a los historiadores, verdaderos estudiosos de nuestro pasado. Su conocimiento, sabiduría y capacidad de análisis crítico deberían ser atendidos. También por nuestros representantes públicos antes de sus cansinas y repetidas peroratas. Porque todo lo demás es contaminación y ruido, madera cuidadosamente escogida para avivar la humeante pira de la crispación social y política en la que el país se encuentra y de la que no aspira a escapar.


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